El autor en Namasté (8b,Alquezar). Foto Ángel Salamanca. |
Probablemente, todos los escaladores
compartimos la misma pasión por subirnos por las paredes, por sentir esa
sensación de fluidez navegando paños de roca donde aparentemente no hay nada a
lo que agarrarse, o por imaginarnos subidos por esas líneas que dan vértigo
sólo mirarlas…, pero lo que es seguro es que todos los “deportivos” de verdad
comparten otra cosa más: la búsqueda constante de su progresión.
Sea a vista, al ensayo o al flash, todos
sin apenas excepción persiguen lo mismo, en unos casos concretado en forma de
un nombre o un número y una letra (como objetivos de resultado), y en otros en
forma la materialización de una serie de tareas planteadas previamente (como
objetivos de rendimiento)…; y para ello, hacen todo cuanto está en su mano, de
forma más o menos habitual o constante, para que ese anhelo, ese sueño de
mejora perpetua, nunca abandone sus vidas (aunque en muchos casos esto se
niegue, como si de algo ¿malo? se tratase, o como estrategia quizás para evitar
el fracaso a los ojos de terceros…, qué absurdo, ¿no?).
La búsqueda de la progresión constante
puede hacernos incluso más inteligentes, o sea, capaces de escoger la mejor de
las opciones entre todas las posibles para que se produzca eso precisamente, la
evolución, el avance, por pequeño que sea éste (muchas veces tan sólo
apreciable por uno mismo, pues se tratará de un pequeño gesto más, un matiz
"insignificante" descubierto, una sensación de mayor capacidad…, y
será esto lo que nos hará abandonar el sector satisfechos, y seguramente con
ganas de más!!).
Para conseguir mejoras de forma más rápida
y segura, o una buena y constante progresión en definitiva, casi el 100% de los
escaladores recurren a esa acción que se supone como la más inteligente para
conseguirlo: se entrenan para ello.
Nuevos métodos basados en empirismo,
repeticiones de otros antiguos que dieron algún resultado en su día, copiar lo
que hace el vecino o el más lolo que se conozca pueden ser, en muchos casos, la
estrategia a seguir por quienes persiguen progresar, sea como sea.
Aquí, cada uno podrá juzgar la adecuación
o no del método empleado en base a cómo se ajuste el planteamiento a lo que
promulgan los principios que rigen todo entrenamiento y que, para no
extendernos mucho (ampliación de los principios), se podrían resumir
en 3 ideas de carácter fundamental que, de tener siempre en cuenta, facilitarán
esa progresión casi eterna en el rendimiento de cada cual:
1- La
ley del mínimo esfuerzo: Se refiere a que el nivel de la carga que se
utilice debe ser siempre la mínima que produzca un aumento del rendimiento.
Esto determinará las progresiones de carga intraejercicios, sus relaciones en
frecuencia, densidad y sobre todo en el volumen y la intensidad, la
variabilidad de los contenidos de entrenamiento, etc… Algo que muchas veces no
se entiende así, y se piensa que por entrenar más o más duramente se va a
progresar más (cuando lo que sucede en muchos casos es lo contrario por los
efectos que provocan cargas demasiado elevadas o progresiones muy rápidas:
sobreentrenamiento y lesiones).
2- Respetar
el eslabón más débil: Este punto es especialmente importante y tiene que
ver con el anterior (respecto a la evitación de lesiones o la recuperación de
las mismas cuando se producen,…, algo muchas veces inevitable por la propia
idiosincrasia de la práctica deportiva que realizamos y el estrés que produce
al organismo, a veces difícil de controlar, sobre todo en la roca). Normalmente
ese eslabón se hace patente en los tejidos blandos, de adaptación tardía
comparada con otros tejidos orgánicos, lo que marcará la progresión a seguir en
cuanto a la inclusión de determinadas intensidades de entrenamiento por tiempos
más o menos prolongados.
3- Dejar
espacio para el crecimiento: Aquí radica el principal problema para la
evolución futura en la gran mayoría de escaladores que, por desconocimiento,
utilizan medios y métodos demasiado avanzados para el nivel que tienen, lo que
supone un desarrollo del rendimiento precoz (y peligroso, como se explica en el
punto 2) pero que les limitará en el futuro, cuando se encuentren con que no
disponen de más “recetas” para seguir mejorando.
La clave para poder llevar a cabo todo lo
anterior y que se produzca una progresión eficaz gracias a la evolución en el
entrenamiento, es el control de todo el proceso, algo que se explicará en
próximas entradas.