Los Factores de Rendimiento. Introducción

En todas las disciplinas deportivas, aquellos talentos deportivos que además consiguen grandes resultados suelen ser “copiados” o, cuando menos, marcan las referencias de las proporciones o los valores exactos hasta los que se deben desarrollar esos elementos que, en suma, condicionan el rendimiento final de la disciplina que sea. 
Nos estamos refiriendo a los factores de rendimiento, y en escalada los podemos observar fácilmente distribuidos en cuantías elevadas en los mejores escaladores del mundo. A continuación se detalla una lista más o menos exhaustiva de los mismos, algo que está a la vista de todos pero que quizás no siempre se quiere o puede ver:
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Empezando por lo más llamativo y diferenciador de otros deportes, las manos y sus dedos, se observa una piel a prueba de “bombas” (o más bien de miniregletas, agujeros cortantes… y toda esa amplia gama de “agarres” a los que nos intentamos coger con más o menos éxito los “mortales”…).
Tienen una capacidad por encima de lo normal para asimilar y enfrentarse a situaciones de estrés, tanto mental como físico (relacionado con el anterior estaría el poseer un elevado umbral del dolor en la piel, que permite soportar escaladas con gran deterioro del tejido,…, pero también el ser capaz de darse muchos vuelos probando vías duras sin desistir en el intento, o escalar con comodidad entre alejes incluso saltándose cintas sin dudar, o resolver situaciones comprometidas con solvencia, incluso el ser capaz de soportar duras jornadas de entrenamiento o escalada enlazadas durante largo tiempo).
Poseen una adaptación especial en sus tejidos blandos que les hacen asimilar sin lesionarse sesiones (de plafón o roca) a intensidades y volúmenes que a casi cualquiera le crearían una sobrecarga conducente a lesión sin remedio.
Disfrutan de lo que hacen, o de lo que escalan, por el simple hecho de hacerlo, es decir, les alimenta una motivación intrínseca tan grande por la superación de sus límites (aun siendo en algunos casos profesionales y puedan vivir de ello) que les hace vivir plenamente el presente cada vez que escalan, sin que exista nada más, sin que importe el resultado ni lo que de ello se derive (algo esencial, pues imagínense la presión de aquellos que no poseen esta cualidad desarrollada…, la gran presión autogenerada por conseguir “ese” encadene que “hace falta”, algo que se puede retro-alimentar negativamente y que, en ocasiones, puede conducir incluso a mentir para ¿sobrevivir?).
Acumulan tantas horas de práctica que disponen de un repertorio de patrones de movimiento “infinito” en fase autónoma, esto es, escalan sin pensar adoptando la técnica más útil en cada momento según las circunstancias presentes.
Tienen una gran confianza en sus capacidades y una determinación férrea para conseguir sus objetivos, haciendo constantemente todo cuanto está en su mano para lograrlos, sean cuales sean los condicionantes y contratiempos que se encuentran en el camino.
Han desarrollado una fuerza relativa máxima en distintos tipos de agarre y unos umbrales energéticos asociados a los mismos muy elevados, algo expresado en un plano ergométrico con valores de altísimo nivel (se explicará en el siguiente post).

Por tanto, antes de centrarnos en el último punto y ponernos a desarrollar nuestra fuerza y resistencia hasta límites desconocidos para “ser mejores escaladores”, deberíamos preguntarnos cosas como: ¿cada cuánto tengo que parar porque la piel no me recupera?, ¿cuántos vuelos soy capaz de darme en ese paso que no me sale antes de abandonar?, ¿cuántas veces pienso en la caída cuando las cintas empiezan a alejar?, ¿cuántas vías soy capaz de hacer sin empezar a quejarme de lo que me duele la piel?, ¿cuántas sesiones he copiado de gente con más nivel que me ha llevado al límite de la sobrecarga o me ha lesionado?, ¿cuántas veces pienso en la cadena en un intento a una vía en lugar de disfrutar de cada movimiento?, ¿cuántas veces me meto en vías que supongan un reto de verdad para mí en lugar de hacer la vía de “moda” para “puntuar” o “tachar”?, ¿cuántas horas de práctica sistemática llevo acumuladas para la mejora de mis destrezas técnicas y tácticas como escalador en distintas escuelas, tipos de vía y de roca?, ¿cuántas veces tengo que pensar cómo hacer un movimiento en una vía, o probarlo hasta que sale?, ¿cuántas veces he dejado de lado mi entrenamiento o de escalar por hacer otras cosas que me han parecido mucho más importantes en ese momento, o simplemente me apetecían más?...

Reflexionando un poquito, vemos que dentro de los factores comentados y en respuesta a algunas de las preguntas anteriores, hay elementos sobre los que no se podrá actuar por venir determinados genéticamente (como la calidad de la piel), y otros (la mayoría) sobre los que se podrá trabajar a conciencia para ser un mejor escalad@r de verdad, algo que no pasa tan sólo por desarrollar la fuerza y la resistencia a los agarres, aunque algunos quieran seguir pensando que es su principal limitación.