¿La escalada perfecta? Parte I (los factores que intervienen en la fatiga)

Alcanzar el máximo rendimiento posible en escalada es la suma de muchos elementos que deben confluir en el espacio-tiempo pero que, simplificando bastante y desde la perspectiva de lo controlable por el propio escalador, se podrían manifestar en dos aspectos: por un lado, ser capaz de escalar del modo más perfecto o eficiente posible (entrada relacionada) y, por otro lado y a través del anterior, manifestar el máximo potencial desarrollado en los factores físicos de los que depende el rendimiento.
¿Cuál fue el fallo? Foto: http://climberdiary.tumblr.com/image/89788090253
Watts y col (2000) identifican como una de las principales razones del fallo en escalada la incapacidad para mantener el contacto con los agarres, es decir, en último término, el motivo por el que se produce la caída es uno de los siguientes hechos provocados por una interrelación de factores fisiológicos y de la eficiencia:

- Una falta de “precisión” o de capacidad al coger una presa (entendido como un error al agarrarla por el mejor sitio posible, o por no hacerlo de forma coordinada o con la fuerza precisa, a la velocidad adecuada y en el momento exacto), cayendo al final del movimiento tocando la presa objetivo pero sin poder quedarse de ella; lo que ocurre en realidad es que se ha alcanzado un nivel de fatiga suficiente como para haber agotado en buena medida las reservas de PCr (molécula que abastece de energía a las células musculares de tipo rápido y cuyas reservas intramusculares son limitadas y duran muy poco tiempo si el esfuerzo es muy intenso, por lo que deben regenerarse durante la escalada), la sensación no es de elevada fatiga, la caída en apariencia es un fallo de coordinación o los arriba descritos y se suele dar en vías donde la intensidad es elevada o muy elevada durante un tiempo más o menos prolongado.

- Una capacidad disminuida para sostenerse de las presas en un punto de la vía (entendido como la incapacidad para continuar con las acciones de progresión en la escalada mientras se tienen las manos en dos presas, esto es, la imposibilidad manifiesta para mantener el esfuerzo isométrico local durante el tiempo necesario para llevar a cabo el siguiente movimiento), cayendo mientras se está agarrado de las presas o en el movimiento hacia la siguiente pero sin llegar si quiera a tocarla como
A.Eiter ejecutando movimientos que requieren una elevada fuerza de agarre
y alta precisión. Foto: http://climberdiary.tumblr.com/image/89210653913
consecuencia de lo anterior; en este caso, el motivo de la caída es la acumulación de una fatiga más profunda, a más niveles (no sólo el descrito arriba), por un mayor tiempo de permanencia en la vía (a una intensidad media menor que la anterior, evidentemente) y una mala gestión de la fatiga o una incapacidad de realizarla mejor, que desemboca en una acumulación excesiva de metabolitos producto de las contracciones musculares que han ido inhibiendo varias células musculares, desde las de tipo más rápido hacia las de tipo más lento; el resultado, de sobras conocido, pasa por un momento en la escalada en el que la intensidad es un poquito superior, por tanto, se demanda la intervención de fibras de tipo más rápido que no pueden actuar (se encuentran inhibidas enzimáticamente en un medio ácido), a lo que el cuerpo responde adoptando la postura más eficiente que puede (codos hacia arriba, incluso en algunos casos por encima de la cabeza…) para así forzar la hiperextensión de la muñeca y el agarre en arqueo, mediante el que se consigue una ventaja mecánica (Moor y col., 2009; Schöffl y col., 2009; Schweizer, 2001; Schweizer y col., 2011) que produce una mayor fuerza en el agarre por el rozamiento de los tendones con las poleas de los dedos y el túnel carpiano ante la incapacidad muscular manifiesta para crear este efecto por sí misma. En realidad, la elección de un tipo u otro de agarre depende más de las posibilidades que ofrece la presa para aprovechar del mejor modo posible su superficie con los dedos (Amca y col., 2012), pero sorprendentemente en el caso del desarrollo de esta fatiga tan profunda, el cuerpo busca esta ventaja biomecánica independientemente del tipo de agarre que se esté usando.

Así, tras el efecto (la caída), el motivo de la causa suele apuntar de forma bastante común, tras un análisis poco detallado en la mayoría de los casos, hacia los mismos elementos (o lamentos): falta de fuerza (o bloqueo) y falta de resistencia (o continuidad); pocos son quienes retroceden algo más allá del último movimiento (o intento de) para buscar el motivo/s real que ha propiciado el efecto, siendo generalmente la causa la suma de varios errores por ineficiencia en la escalada; la prueba se puede encontrar en un hecho muy simple: tras “varios” intentos más a la vía, ¡se encadena!, entonces..., ¿qué ha ocurrido?, no se trata de ningún milagro, únicamente ha habido una mejora en la eficiencia sobre la vía en esos intentos, siempre y cuando éstos no sean “demasiados” o se lleven a cabo en un período breve en el tiempo, sin que pueda haber un aumento significativo de la condición física durante este proceso como comprobaron España y col, (2012) al controlar la fatiga que producía la repetición de una misma vía durante 10 intentos en distintos escaladores; en este sentido, la diferencia entre el grado encadenado con ensayados y a vista puede aportar una información muy valiosa del nivel de desarrollo de las habilidades o factores de la eficiencia en cualquier escalador (ver entrada relacionada), teniendo un margen de desarrollo mayor cuanto más grande sea dicha diferencia.

… Continúa en ¿La escalada perfecta? Parte II (Un buen ejemplo: Jain Kim)